04/02/2015

Con las manos machadas de sangre te atreviste a hablarme del amor, queriéndome convencer de que no me pasaría nada. Intentaste embaucarme, y...

Con las manos machadas de sangre te atreviste a hablarme del amor, queriéndome convencer de que no me pasaría nada. Intentaste embaucarme, y después de un breve segundo, lo conseguiste. Se nos echo el tiempo encima y tu alarma de la vida sonó, diciendo que era tu momento, pero mi alarma no emitió ruido alguno. Descubrí que tu sonido estaba lleno de prisa y algo parecido al amor, pero tampoco podía ilusionarme mucho porque no era lo que yo buscaba.
Los días pasaban, los momentos, los besos, las discusiones, los mensajes, las caricias, los abrazos, las risas, las miradas; pude haber pensado que esto era amor, pero no era el caso ni por asomo. Hasta que llego el día, el día que todo podía llegar a más, y llegó pero no lo suficiente. Seguramente si hubiese tenido un poco de cabeza en ese momento aún seguiría conmigo, pero algo que no sé que es me dijo que no, así no, con esa persona no, en aquel lugar no.
Debí pensar que de verdad no me quería, tal vez me lo dijo la luna llena sin darme cuenta, o el sonido del silencio que me reventó los oídos, o simplemente personas con ojos que venían lo que realmente estaba pasando. ¿La respuesta?, lógico, claro que no, las verdades se ven, aunque él la escondió muy bien, tanto que perdí la percepción del sentido de las cosas, del significado de las palabras; tanto que no me daba cuenta de que perdía el tiempo.
No sabía lo que ocurría, para mi el sol salía por norte y mi luna era de un negro triste, después de la bonita tarde pasó lo que me temía, bastante diferente a lo que pensaba; fui yo, yo lo hice, yo acabé con todo, puede que ahora me arrepienta pero en ese preciso instante no. Me consuela que más tarde no me llamará, ni me mandará un mensaje de esos borde y cortantes a los que estaba ya acostumbrada, no se preocupó por saber que pasaba, directamente pasó de la carga que yo le suponía, lo que pensaba que iba a estar bien, acabó por ser lo peor.
Me contradiría diciendo que a lo mejor estaba equivocada, pero si algo así lo ven muchas personas será por que es cierto ¿no?. Pero no quiero pensar así, porque como se ve, tener su presencia cerca cada día, es duro, simplemente porque no me dirige ni una misera mirada, me evita y eso parece ser, que él cree que no duele, pero duele enormemente más que cualquier otra cosa.
No sé si será el paso del tiempo, el no atreverme a hablarle o el tenerle tan lejos que ahora, a estas alturas, siento algo, pero no sé que es, si dijese que no le echo de menos mentiría pero si dijese que le quiero tampoco estaría diciendo toda la verdad.
Me limito a esperar mi turno, saber responder las preguntas sin respuesta, tener la habilidad de revivir a los vivos y poder quemar al fuego.

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